Desde
la 2a. Guerra Mundial, el paracaidismo militar ha evolucionado hacia
un concepto más deportivo y dinámico, y se ha pasado de saltar entre 1.000 a
2.000 m de altura en “automático” a hacerlo desde mucha más altura con el
sistema de “caída libre”. En 1965 la necesidad de recuperar las cápsulas
espaciales sin que el impacto con la tierra fuera desastroso para el material y
los tripulantes, hizo que la NASA diseñara un nuevo sistema de paracaídas
planeadores.
Una década más tarde, los paracaídas circulares dejaron paso a los
rectangulares de tipo “Parafoil”. El concepto de reducir la velocidad
de caída por resistencia se cambió por el control de la velocidad y
direccionalidad, que se ve afectada por la fuerza aerodinámica. Este nuevo
concepto de volar y no caer ofrecía la posibilidad de realizar múltiples
acrobacias, tanto con el paracaídas abierto como en caída libre.
Lo que en un principio estuvo sólo en manos de los paracaidistas
militares se convirtió en un deporte cuando la práctica del paracaidismo y de
la caída libre pasó a las empresas de aviación civil instaladas en los
principales aeropuertos urbanos.
El
paracaidismo tradicional consiste en saltar de una aeronave desde una altura
determinada; la caída se frena mediante un pedazo de tela denominada “campana”,
muy resistente y ligera. Se trata de una tela trenzada de tal manera (rip-stop)
que si existe un desgarro no tiende a agrandarse. Las campanas pueden ser
circulares, en forma de media naranja, o rectangulares, como si de un ala de
planeador se tratara. La campana está unida a un arnés mediante unos hilos o
cordinos. El sistema de apertura determina dos modalidades de salto. Los saltos
denominados en “automático” son los que requieren una preparación
teórico-práctico menos compleja. Consiste en saltar con un paracaídas que se
abre automáticamente en el momento de caer al vació, por el efecto de una
cinta extractora que va unida a una pinza del interior de la rampa de salida del
avión. La caída libre es mínima, unos dos o tres metros , mientras se abre la
campana. El descenso está retenido
por el paracaídas y lo podemos dirigir.
Los saltos en “manual” se realizan saltando del avión a más
altura para tener tiempo suficiente para abrir el paracaídas. Esta técnica se
utiliza para caída libre, ya que se puede abrir el paracaídas manualmente a
800 o 1000 m del suelo, después de descender 3000 m en caída libre.
Con la campana rectangular el pilotaje es similar al de parapente, con
maniobras mucho más violentas, giros con mucha inercia y una senda de planeo
mucho menor; por cada dos metros que avanzamos horizontalmente, bajamos uno
verticalmente. Los aterrizajes son también más precisos.
El
paracaidismo deportivo, como otros muchos deportes, tiene diferentes
modalidades.
Las más practicadas en España son el
vuelo en formación de 4, 8 y 16 saltadores, el estilo libre, el “chute assi”,
el “skysurfing” y las grandes formaciones, todas ellas realizadas en caída
libre (es decir, con el paracaídas cerrado).
Cuatro son las modalidades que componen el paracaidismo deportivo, conocida por:
-
Precisión.
-
Estilo.
-
Trabajo relativo.
-
Trabajo relativo de campana.
En la precisión,
los saltos se efectúan desde una altura marcada entre los 750 y los 1.000 m.
Los paracaidistas determinan el momento preciso de su lanzamiento desde el avión,
desde la situación que consideran más conveniente para enfilar una diana que
se encuentra extendida en el suelo. El centro de esta diana mide 5 cm de diámetro
y el blanco es un disco electrónico que mide la distancia a la que se ha
producido el aterrizaje. La prueba es individual, y el paracaidista tiene que
extremar su capacidad de concentración y autocontrol para, una vez abierto el
paracaídas, conducir éste de tal modo que le permita tomar tierra en el
blanco, o lo más cerca posible. El dominio de los movimientos del cuerpo y el
conocimiento de los cambios que afectan al aire (ver introducción) condicionan
las maniobras de acercamiento, que recuerdan las que debe de imprimir el
navegante por mar a la vela o el surfista a la vela y a la tabla.
En el estilo,
prueba también individual, se eleva la altitud de los saltos a s los 1.800 o
2.000 m, siendo los jueces los que deciden el punto y el momento de lanzamiento
desde el avión. El participante realiza una serie de 6 maniobras en caída
libre, cuya ejecución y desarrollo son captados por medio de vídeo y
cronometrados, para establecer con esta visualización y estos datos la puntuación
que corresponda.
El paracaidista efectúa sus evoluciones en caída libre, como si de un saltador
de trampolín o palanca se tratara, y su actuación termina una vez se abre el
paracaídas.
El trabajo relativo
de campana,
se efectúa en grupos, tanto exclusivamente masculinos o femeninos, como mixtos.
La altitud del salto es de 1.800 a 2.000 m, y el momento y el punto de salida
precisos son decididos por los jueces. Durante el ejercicio, que los
paracaidistas realizan con los paracaídas desplegados e hinchados, se tienen
que realizar una serie de figuras, agrupaciones o pilares, ya que son cuatro o máximo
ocho los componentes del equipo. La filmación en vídeo y la cronometración
sirve también aquí para la calificación de las evoluciones.
El
llamado trabajo relativo, muy corto en el tiempo pero dotado de una
gran intensidad. Desde una altitud de 2.900 a 3.600 m, y determinado el punto de
salida por los jueces, un equipo de cuatro u ocho paracaidistas se lanza al
espacio sucesivamente, para agruparse en seguida y realizar una serie de
formaciones en un plazo de tiempo que no llega por lo general a un minuto (para
los equipos de cuatro, son 35 los segundos de que se dispone, mientras que los
de ocho cuentan con 50 segundos). El número y la calidad de las formaciones,
previamente establecidas, que realizan los paracaidistas en diez saltos
consecutivos, son los que cuentan para la calificación, asimismo filmada.
La prueba exige un dominio completo de las técnicas de vuelo y una completa
coordinación de movimientos y velocidades de caída entre todos los componentes
del equipo, ya que cada uno debe de ocupar su posición exacta sin que medie
comunicación entre ellos; luego, la apertura de los paracaídas tiene que
producirse sin que exista peligro de colisión.
Fuera de competición, se han logrado
formaciones realmente espectaculares, de una precisión y con una apariencia de
facilidad que no es sino fruto de una preparación minuciosa.
Todas las modalidades comentadas requieren una iniciación básica común.
Una vez se domina la técnica básica, cada deportista, según su gusto, escoge
la o las modalidades que más le gustan. Esta base comprende el uso de material,
la salida del avión, las maniobras de control del cuerpo en caída libre, la
apertura manual de un paracaídas, el uso de este una vez está abierto y el
aterrizaje.
El
paracaidismo es un deporte realmente vivo y por tanto en constante evolución.
Cada
una de las personas que lo practica, busca y encuentra cosas diferentes. Por
tanto no es de extrañar que además de las modalidades que se detallado
anteriormente y que ya se pueden considerar clásicas, han irrumpido con fuerza
otras. Estas van desde el Chute Assise
o caída sentado, en la que como su nombre indica la posición de caída libre
es en esa posición, al Skysurf
en el que se lleva una tabla parecida a las de surf en los pies o a modalidades
como el Wingsuit Flight
(grandes desplazamientos en caída libre con un mono dotado de grandes
superficies) o el Freefly o Head Down. En esta última modalidad la posición básica de caída
libre es cabeza abajo.
Accuracy:
Aterrizajes de precisión
al "centro de la marca", se califican: la exactitud y la consistencia
en varios aterrizajes consecutivos. Es una prueba "clásica".
Style: El
estilo es una disciplina
individual clásica en vuelo libre, en la que se efectuan giros horizontales de
360° y "loops" (maromas) con el mayor control y rapidez. Se penalizan
las inexactitudes en cada uno de los movimientos.
Formation
skydiving: Esta
modalidad de formaciones de personas
en vuelo libre, se practica en grupo, la cual tiene como objetivo realizar el
mayor número de "figuras" predeterminadas, con la mejor exactitud y
dentro de un lapso de tiempo establecido. El camarógrafo aéreo es parte del
equipo.
También
hay records de formación mas grande; nocturna; todas mujeres; etc.
Canopy
formation:
Las formaciones
realizadas con los paracaídas
son en grupo. Se califican la rapidez y el número de "figuras"
realizadas en un orden y tiempo predeterminados.
Sky
surf: El
surf aéreo es saltar con una
"tabla" de diseño especial y tener la capacidad para deslizarse en
vuelo libre. Se requieren excelente control y coordinación.
La calificación depende de la gracia, el grado de
dificultad de las evoluciones, y la calidad de la filmación a cargo del camarógrafo
aéreo.
Free
style: El
estilo libre es un trabajo en
equipo entre el camarógrafo y el "gimnasta aéreo". Son series de
"figuras artísticas" que son creatividad del competidor.
La puntuación depende de la gracia de movimientos
y la calidad de imágenes filmadas por el camarógrafo aéreo.
Free
fly:
Modalidad reciente del paracaidismo deportivo,
volando de cabeza, girando, sentado, parado, individualmente ó en grupo.
Quedando abierto a la imaginación el vuelo
libre.
La caída libre es lo más parecido que existe a volar: se surca el aire
con la sola participación de nuestro cuerpo, sin artefactos (salvo una pequeña
mochililla en la espalda), y se disfruta de unas sensaciones increíbles y de
unas vistas impresionantes.
Al saltar del avión, comenzamos a acelerar rápidamente hacia el suelo
debido a la acción de la gravedad. A medida que aumenta la velocidad de
descenso, se hace mayor la resistencia aerodinámica que presenta la masa de
aire.
Al llegar a una determinada velocidad (la velocidad terminal) ambas
fuerzas se equilibran y se baja a velocidad más o menos constante. Esa
velocidad depende básicamente del peso del paracaidista y del perfil que
presente al aire, pero viene a ser de unos 200 Km/h si se baja horizontalmente
(en posición de "caja") y de hasta 300 Km/h si se desciende de
cabeza, por ejemplo.
La caída libre es lo más parecido que existe a volar:
se surca el aire con la sola participación de nuestro cuerpo, sin artefactos
(salvo una pequeña mochililla en la espalda), y se disfruta de unas sensaciones
increíbles y de unas vistas impresionantes.
Al
saltar del avión, comenzamos a acelerar rápidamente hacia el suelo debido a la
acción de la gravedad. A medida que aumenta la velocidad de descenso, se hace
mayor la resistencia aerodinámica que presenta la masa de aire.
Al
llegar a una determinada velocidad (la velocidad terminal) ambas fuerzas se
equilibran y se baja a velocidad más o menos constante. Esa velocidad depende básicamente
del peso del paracaidista y del perfil que presente al aire, pero viene a ser de
unos 200 Km/h si se baja horizontalmente (en posición de "caja") y de
hasta 300 Km/h si se desciende de cabeza, por ejemplo.
Es
por eso que un salto en paracaídas mezcla magia y emociones. La sensación de
estar volando, sumada al vértigo de ver que el cuerpo cae a más de 200 kilómetros
por hora durante 60 segundos, la convierten en una experiencia única.
Quienes lo practican aseguran que es un deporte no apto para enfermos
cardíacos, del gusto de los que buscan sensaciones fuertes, aventura, riesgo y
emoción, pero al mismo tiempo sumamente seguro como para que salten niños,
lisiados e incluso quienes no tienen ningún tipo de conocimientos aeronáuticos.
El
inicio de esta modalidad deportiva empieza
con cursos de salto en automático, además de clases teóricas y prácticas. El
manejo de los paracaídas circulares requiere una buena práctica en los
aterrizajes. Al ser poco dirigibles, estamos a merced de los vientos.
Después
de realizar muchos saltos en “automático” , se inicia el proceso de
salto en “manual”. Salimos del avión y en un mínimo intervalo de
tiempo abrimos nuestro paracaídas; poco a poco vamos aumentando el tiempo de la
apertura del paracaídas, hasta que controlamos la posición de caída estable,
que consiste en mantener el centro de gravedad por debajo de nosotros, estirados
boca abajo, con los brazos en cruz y los antebrazos a 90 grados, unos 120km/h
aproximadamente, y nos acostamos literalmente sobre el aire que tenemos debajo.
La velocidad estable de caída libre es de aproximadamente 180 km/h. Si nos
ponemos en posición de deriva, similar a una flecha, la velocidad de penetración
en la masa de aire puede aumentar hasta los 200 km/h. Un altímetro nos indica a
qué altura sobre el nivel del suelo nos encontramos, para que podamos decidir
cuándo abrir el paracaídas.
En un salto, lo
habitual es salir de la aeronave a 4.000m
de altura
y caer realizando figuras, que si se hacen en solitario se denominan “free
style”. Cuando un grupo de paracaidistas saltan y realizan figuras entre
ellos mientras caen, se llama “trabajo relativo a 4 0 8”, según el número
de componentes. El tiempo en el que se pueden realizar todas las figuras
posibles, es de 2 minutos aproximadamente y el equipo ganador es el que complete
el máximo número de formaciones en este tiempo. Apurando al máximo el
recorrido en caída libre, abriremos el paracaídas a 800 m del suelo, para
encarar la senda de planeo hasta el punto de aterrizaje. Existe otra modalidad
–el relativo “relativo de campana” a más altura y realizar las
figuras uniendo las campanas de los paracaídas.
Los
saltos de precisión son otra de las modalidades pero requieren unos
conocimientos técnicos importantes y una excelente coordinación con el piloto,
ya que se trata de saltar a 4.000 m
de altura y acertar en una circunferencia del tamaño de un plato de postre.
También es posible saltar en “tándem”, enganchando al instructor por medio
de un arnés especial, con lo que no hace falta tener disfrutar de la sesión de
la caída libre.
El
material necesario para efectuar un vuelo de bautizo en tándem es muy diferente
para el monitor que para el principiante. Mientras que el saltador profesional
utiliza material muy técnico, al principiante sólo se le exige que lleve
zapatillas deportivas y ropa de vestir de invierno además de ir equipado con
una serie de elementos indispensables.
El
casco, de material ligero, que cubre la cabeza y las orejas, va
ajustado con una cinta a la barbilla. Las gafas
especiales protegen los ojos de la fuerza y los embates del aire. La
vestimenta es una especie de mono,
con un arnés que se acopla al pecho con una banda. Al costado derecho se
encuentra la anilla que libera el paracaídas
principal, y al izquierdo la que pone en funcionamiento el paracaídas
de emergencia o de reserva; uno y otro de estos paracaídas van en unos
contenedores acoplados a la espalda, el primero, y sobre el pecho, el segundo
(ver dibujo). En la parte central de la cintura se ajustan dos altímetros, uno visual y otro acústico. En los vuelos de iniciación,
los aparatos de seguridad se amplían con uno especial, barométrico, que abre
el paracaídas principal a la altura conveniente, si por nervios u otros motivos
éste no ha sido liberado en el momento prefijado.
Unos guantes gruesos y unas zapatillas
deportivas completan el equipo del paracaidista.
Antes se tenía que enseñar todo en tierra. Con el sistema Tandem, la
gente puede aprender en el mismo salto, tratando de maniobrar y ejercitar
movimientos con la tranquilidad de tener al instructor detrás suyo para
corregir cualquier error.
Los saltos en tándem son saltos de caída libre que se realizan con un
arnés especial para dos personas. Una de ellas es un instructor experimentado
que controla el desarrollo del salto en todo momento, mientras que la otra no es
más que un pasajero que disfruta de un "bautismo" en la experiencia
de la caída libre.
Estos saltos se realizan desde gran altura (3500 ó 4000 m) y el pasajero
únicamente precisa una breve formación teórica en tierra (media hora) para
saber lo básico sobre lo que debe hacer y lo que no debe hacer.
En
primer lugar, el paracaídas se abre estando en posición horizontal, boca
abajo. De otra forma, podría enredarse con el paracaidista o dar un golpe más
fuerte en la apertura.
Dejando eso claro, el mecanismo de apertura básicamente es el siguiente:
El paracaídas va metido dentro de una bolsa, plegado de una cierta forma
especial que evita problemas cuando se despliegue en el aire. Al extremo del
paracaídas va cosida una cinta que sale de dicha bolsa. Esa cinta va a otro
"paracaídas" pequeñito (alrededor de medio metro de diámetro),
llamado pilotillo.
Dependiendo
del diseño del paracaídas, el pilotillo va guardado en un bolsillo de la
pernera del arnés, o bien lleva un muelle dentro y va alojado con el muelle
prensado en un compartimento cerrado por unas solapas que se mantienen en su
posición gracias a un pasador.
Para abrir el paracaídas, basta con extraer el pilotillo y dejarlo
libre. En el primer diseño de pilotillo basta con agarrarlo por un extremo y
tirarlo lejos.
En
el segundo diseño, se tira de un cable que también está a la altura de la
cadera, el cual extrae el pasador, con lo que el muelle del pilotillo se dispara
y lo expulsa lejos y con fuerza.
En cuanto el pilotillo sale al exterior, coge aire, se hincha y la
resistencia que presenta hace que tire del paracaídas hacia afuera. Al salir el
paracaídas de su bolsa, el aire hace que se despliegue y que se abra
completamente. Para que la apertura no sea brusca, los paracaídas cuentan con
un elemento llamado "slider", que ralentiza esta operación. También
la forma en que se haya plegado hace que la apertura sea más o menos rápida.
En total, desde que se extrae el pilotillo por el método que sea hasta
que el paracaídas está plenamente abierto, no pasan más que unos dos
segundos.
¿Qué
ocurre si no se abre el paracaídas?
Bueno, pues la respuesta es que no pasa nada grave, porque
siempre se salta con dos paracaídas: el principal y el de reserva.
El paracaídas de reserva es un paracaídas de características análogas
al principal (rectangular, con mandos, etc.) que se puede utilizar en caso de
que el principal no funcione bien. El plegado de este paracaídas es muy
cuidadoso y se revisa y rehace con regularidad.
En estos casos, generalmente se libera también el paracaídas principal
para no correr el riesgo de que pueda enredarse con el de reserva. Una vez
abierto el paracaídas de reserva, el paracaidista puede ya descender
tranquilamente hasta el punto de aterrizaje, a la vez que su paracaídas
principal cae donde lo lleve el viento.
Puede darse el caso de que el paracaidista no llegue siquiera a intentar
abrir el paracaídas principal ni el de reserva, por nervios, por descuido o por
cualquier otro motivo. Para solventar estas situaciones, los paracaídas cuentan
con unos dispositivos de apertura barométrica que abren automágicamente el
paracaídas de reserva si detectan que por debajo de una cierta altura la
velocidad de descenso es excesiva. Esa altura es ajustable, pero puede ser de
unos 300 m.
Paracaídas
circular:
Carece de mandos de dirección y es el modelo utilizado normalmente por las
Unidades Paracaidistas del Ejército, puesto que permite los lanzamientos en
grupo e incluso cuando la visibilidad es escasa, de manera que el viento
existente desplaza al grupo entero en la misma dirección sin que se produzcan
colisiones por el manejo de los mandos.
Paracaídas
de precisión: Son planos, grandes y lentos, y no tienen
desplazamientos laterales. Debido a ello, permiten un aterrizaje muy preciso.
Paracaídas
para relativo de campana: También son planos y su característica
principal es la rapidez de abertura. De esta manera, los deportistas que
practican esta modalidad de competición abren el paracaídas a un mismo nivel,
para aproximarse todo el equipo en el menor tiempo posible.
Paracaídas rápidos: Son campanas muy pequeñas y rápidas que
permiten, debido a la alta velocidad alcanzada, que el saltador efectúe
aterrizajes muy espectaculares, imprimiendo una aceleración a escasa altura
mediante un giro brusco para, aprovechando esta reacción y utilizando los
mandos como frenos, posarse en tierra con suavidad. Estos modelos sólo pueden
ser adquiridos por paracaidistas muy expertos, y en la actualidad casi todos los
accidentes se producen por la utilización de estos modelos por parte de
paracaidistas no cualificados.
Recomendado
para personas de cualquier edad, el vuelo en caída libre es un deporte que no
cansa, relaja y que cambiará nuestra percepción de las cosas.
La práctica del paracaidismo no exige grandes condiciones físicas, si
bien requiere hallarse en estado de salud normal, avalada por un certificado médico,
como es norma en muchos países. La edad sólo está limitada en un nivel
inferior, ya que se fija en los 16 años, siendo preciso el permiso paterno o de
los tutores hasta que se alcanza la mayoría de edad.
El límite máximo sólo depende de las revisiones médicas que se vayan
efectuando; pueden verse paracaidistas setentones que efectúan vuelos
ocasionales con el entusiasmo y la eficacia de los más jóvenes.
El paracaidismo se rige por unas normas de seguridad muy estrictas, cuyo
cumplimiento por parte de las escuelas y los para clubes hacen que el número de
accidentes sea casi nulo.
Si no se quiere correr riesgos
en caída libre, se puede emplear la técnica de la "línea estática",
que es un sistema donde el deportista salta unido a un cable conectado al avión
para que, en el momento de la tensión, éste obligue la apertura del paracaídas.
Una
de las fases que se debe tener bajo control, sin embargo, es la del aterrizaje,
ya que al usar un paracaídas indebido o uno que ofrezca poca resistencia al
viento, seguramente se caerá a una velocidad mayor a la aconsejada, lo que
forzará un desgaste físico extra en los tobillos al momento de poner los pies
sobre tierra firme.
El
test de seguridad no es más que un salto que se realiza acompañado de un
instructor que evalúa la correcta realización por parte del alumno de diversas
maniobras básicas, como giros, vueltas y derivas.
Para poder saltar libremente en cualquier zona de saltos del mundo es
necesario haber superado previamente este test, el cual permite obtener el título
de paracaidista elemental.